VOLUNTAS PERDIT
¿La
tristeza puede causar la perdida de la voluntad del fin último del hombre?
El hombre como ser en el mundo, ante
la naturaleza que le rodea y a su propia autodeterminación le conducen hacia la
interpretación de los fenómenos existentes, la sublimidad de su existencia es
todo un problema para sí mismo.
Desde los inicios de la civilización se
ha encontrado con impedimentos para satisfacer sus aspiraciones, como lo
hiciese en el mítico relato de la torre de babel. Hecho que a pesar de su
carácter ficticio transmite una pretensión de verdad. Allí nos topamos con
indicios que trascienden hacia el campo de la realidad. A partir de la historia
el hombre ha consignado una confianza hacia su inteligibilidad para decidir
sobre si y sobre lo distinto. Después de algún tiempo el positivismo, se ha
alzado bajo una cortina de fuertes acontecimientos a través los siglos, uno de
los más recientes ha sido la devastación de la II guerra mundial que dejo a la
humanidad horrorizada después de presenciar los actos a los que puede llegar el
hombre.
Las secuelas de los veteranos de
guerra, los vencidos y los vencedores aun escuchan en las noches los pasos del
enemigo, los tambores de guerra, las marchas de los batallones, la sirena
sonando la inminente amenaza, tan solo un momento de sórdido silencio es
suficiente para detonar la imaginación a un sinfín de reacciones en cadena del
individuo. De modo que el ser humano se pregunta aun hoy… ¿Cuál es el fin de sí
mismo?
El Dr. Víctor Frankl en su libro el hombre en busca de sentido, narra los
hechos clave en el campo de concentración que, en medio de su sufrimiento más
profundo, recordaba las frases del ocaso
de los ídolos de F. Nietzsche “quien
tiene un porque para vivir casi siempre encontrara el cómo”. Ese PORQUE, es
quien sostiene toda la vida, el axis de la existencia, su plena realización, su
felicidad, es decir su propia verdad. Y esta finalidad no solo impera en la
búsqueda de verdad sino en la inminente pregunta existencial de cada hombre.
Durante la vida cotidiana de un
hombre, encontramos todo tipo de experiencias, las cuales son su base de
identidad, el cómo y por qué es como tal, sin embargo, en el camino de la vida
no siempre ocurre como quisiésemos en orden a el fin deseado. Los aconteceres
que nos desvían de aquel fin y bien, son vistos como mal que puede ser de lo
presente o en perspectiva como lo menciona St. Tomas en el tratado de las
pasiones. Por lo cual aquel mal es percibido como dolor o tristeza, en tanto un
alejamiento y privación del bien.
La tristeza en cuanto tal produce en
el hombre distintos efectos, de acuerdo a su grado de alejamiento y
cronológicamente puede ser de un mal presente incidiendo en el pasado y el
futuro, por consiguiente, la causa de donde procede este padecimiento está dado
por aprehensiones externas, una lesión o enfermedad producirá un dolor de un
mal presente en cambio la tristeza lo es en cuanto aprehensión interna del bien
perdido, de modo que es una especie de dolor.
En general es un estado anímico del
cual las personas padecemos en algún momento de la existencia ya sea por
factores externos e internos como la pérdida de un ser querido, de nuestra
libertad, de peleas con la familia, diferencias con la esposa, perder la
materia, etc.
Para St. Tomas la tristeza es un
movimiento del apetito y se denomina ente de razón, el comprende la pérdida del
bien, bajo la razón de mal pues es la afirmación y la negación de una misma
cosa como la luz y la no-luz. De la misma manera explica que el anheló del bien
es causa de dolor como se da en la concupiscencia, puesto que desea un bien que
le es deleitable y mueve al apetito hacia aquel bien, mas todo lo que impide al
movimiento terminar es contrario por lo cual es contristaste. Entonces es a
veces causa del dolor. (art 2 q 35)
Así entendemos que el dolor exterior
es causado por razones físicas y el interior por imaginación del mal (art 7)
ambos son movimientos de la potencia apetitiva, aunque provienen de diferentes
motivos. Al considerar los cambios que ocasiona esta pasión en el ser, podría
pensarse que tiene razón de afectar considerablemente el estado psico-físico de
una persona. Pero un dolor físico será siempre de la temporalidad en cambio el
interno lo sobrepasa pues subyace en la razón que es más elevada de lo físico
por lo tanto la tristeza es más universal.
Pareciera que la tristeza en cuanto a
pasión hiciese una guerra al alma y por deducción las demás pasiones en cuanto
generan también movimiento en el apetito causan también un dolor como en el
caso de la concupiscencia, de esta manera no es posible captar que la causa que
afecte lo humano se encuentre en lo contingente de la materia.
Por tal motivo pretender reducir la
persona a conceptos parciales, que parten desde la vía estimativa racional,
jamás mirará hacia la grandiosidad de la persona en cuanto unidad, como tampoco
descubrirá el fin último de esta. De entre todos los acontecimientos que padece
el hombre, uno en especial le genera gran inquietud, como es planteado en la
pregunta del principio, la tristeza como pasión se confronta con el fin último.
En St, Tomas la tristeza es entendida
como un obstáculo hacia lo deleitable y señala 4 especies de tristeza acidia, abatimiento, misericordia y envidia.
Consideremos al abatimiento o ansiedad como una posible vía que conduce a
la perdida de la voluntad pues es una tristeza agravante del ánimo que no
encuentra escape alguno. Llamada también Angustia
como dice Kierkegaard: “Es la
realidad de la libertad como posibilidad antes de la posibilidad”.
Ahora bien, sucede que un buen día, la
continuidad de una vida es agravada por situaciones generalmente externas, así
son canalizadas del apetito sensitivo al intelectivo, provocando a su vez una
reacción en cadena que desenlaza en la falta de alegría, supóngase un
individuo. Pedro quien vive según los estándares sociales, procura hacer bien
su trabajo y es religioso.
Entonces un día por azahar sufre un
accidente grave, no pierde la vida, aunque implica una serie de problemas para
sí mismo. Inmediatamente es trasladado a un hospital contrarrestando los
padecimientos físicos, durante su estancia, recapitula los hechos uno a uno, y
en medio de la noche los dolores físicos le sorprenden con intensidad. Desea
respuestas desesperadamente para mitigar el dolor al menos en cuanto a la causa
y mediante un previo conocimiento comenzar a controlar la tristeza. En medio
del tormento, la penumbra de la noche, la aparente soledad, el dolor disminuye,
pero continua despierto, su espíritu se encuentra a flote después de apartar
los afanes de la vida.
Aquí el individuo experimenta un
desasosiego terrible, experimenta dolor y tristeza observa su historia e intuye
la repetición del fracaso. Este estado donde la voluntad es quebrantada hasta
el límite es causado por distintas situaciones, pero según la fortaleza del
individuo requiere de mayor o menor dolor. A pesar de todo, “él” está en un momento
predilecto, (neutro) llega al clímax en sentido de contrario, se halla en la
nada, en la angustia. Las alteraciones corporales y psíquicas a las que ha
llevado el incidente has sido causadas por el dolor exterior, en cuanto mal
propio del presente como lo dice bien el tratado de las pasiones en la q 36.
Por ello el dolor causado en el
interior, la tristeza. Suspende al mínimo la memoria de toda delectación. La
tristeza se halla en sus máximas, es entonces cuando el hombre puede perder el
deseo de bien último y el juicio nublado por las alteraciones corporales de la
tristeza, revierte el objeto del bien ultimo de plenitud hacia su contrario.
Pedro se encuentra en el punto de
quiebre, la consciencia toma distancia sobre su existencia, el tiempo se
relativiza pues el dolor y la tristeza transforman el sentido de lo deleitable
hacia la consumación del dolor presente, prolongado en el futuro y vivido en el
pasado. En el vértigo de su existencia, abandona la voluntad hacia el fin
último y desea la muerte como finalización del dolor. Dicha situación supone
una paradoja existencial por que como dice St. Tomas Q 35 art 6 “amamos más la
vida que el placer de la comida”. La naturaleza desea lo que le es conveniente
pero ese momento cambia el sentido moral de aferrarse a la vida.
De frente al estado de eximia
tristeza, el apetito padece el impedimento de toda delectación por lo que la
voluntad y la inteligibilidad no aprehende su deseo de bien correctamente. La
decisión a la muerte implica libertad y racionalidad, así mismo Heidegger
entiende que cuando el hombre se encuentra de frente a la muerte pone en
relieve su pasado y su presente.
Con el ejemplo de Pedro se pone de
relieve que la tristeza o dolor puede generar la perdida de la voluntad de
vida, no solo en este tipo de situación sino en otras distintas pero que de un
modo u otro y de acuerdo a su intensidad, el enfoque de su causa hará padecer
la pérdida del bien presente en cuanto a dolor y tristeza en la temporalidad.
Puesto que la voluntad frente a la resistencia de un poder más fuerte, en este
caso el accidente, causa la perdida de la voluntad y el fin último, generan
dolor y tristeza.
Sin embargo, aunque un dolor sea tan
fuerte, y el efecto de su pasión corrompa la tendencia de la naturaleza al
bien, St. Tomas afirma que en la delectación encontramos el remedio para dichos
padecimientos. En Amoris laetizia el
papa Francisco dice: “La alegría se renueva en el dolor. Como decía San Agustín:
cuanto mayor fue el peligro en la batalla, tanto mayor es el gozo en el
triunfo.” Aquel instinto de supervivencia es quien mantiene viva la esperanza
de salir del estadio contristante. Por consiguiente, el objeto del dolor y la
delectación es el mismo, pero en sentido de opuesto, si por la pérdida del bien
se adquiere la tristeza la ganancia del bien es también el distanciamiento del
dolor. Como lo dice Aristoteles “el dolor es remediado por el placer que lo
contraría”.
Entonces se perciben 3 movimientos en
la delectación para mitigar el dolor.
Primero la contemplación de la verdad,
encontramos en la religión que mediante el sufrimiento son purificadas las
almas y a cambio del sufrimiento, la esperanza de la vida futura, la
resurrección. Segundo, el llanto como expresión de la pasión de tristeza, a
nivel físico que expulsa el dolor interno. Tercero, la compasión de los amigos,
hablar con ellos, confiar en el otro ayudan a estabilizar la pasión, puesto que
según el principio lógico el llevar una carga pesada entre varios disminuye su
peso y como dice Heidegger mediante el lenguaje se desvela el ser, medio de
encuentro con el otro.
Finalmente, la tristeza como
aprehensión interna de dolor que permanece en el tiempo, es mayor que el mal
presente pues el dolor como pasión desequilibra el apetito sensitivo, que se
comprueba a razón de quien sufre voluntariamente dolores exteriores para evitar
los interiores como lo monjes o clérigos, sometiendo al cuerpo mediante ayunos,
penitencias entre otros. Afrontar la tristeza es propio del hombre, en cuanto a
la voluntad y acción es menester de la moral, pero en la práctica del hombre
virtuoso es confrontarla para no perder la esperanza y caer en la desesperación
y angustia, para definitivamente llegar al fin último como lo dice el
Pontífice.
¿La
tristeza puede causar la perdida de la voluntad del fin último del hombre?
El hombre como ser en el mundo, ante
la naturaleza que le rodea y a su propia autodeterminación le conducen hacia la
interpretación de los fenómenos existentes, la sublimidad de su existencia es
todo un problema para sí mismo.
Desde los inicios de la civilización se
ha encontrado con impedimentos para satisfacer sus aspiraciones, como lo
hiciese en el mítico relato de la torre de babel. Hecho que a pesar de su
carácter ficticio transmite una pretensión de verdad. Allí nos topamos con
indicios que trascienden hacia el campo de la realidad. A partir de la historia
el hombre ha consignado una confianza hacia su inteligibilidad para decidir
sobre si y sobre lo distinto. Después de algún tiempo el positivismo, se ha
alzado bajo una cortina de fuertes acontecimientos a través los siglos, uno de
los más recientes ha sido la devastación de la II guerra mundial que dejo a la
humanidad horrorizada después de presenciar los actos a los que puede llegar el
hombre.
Las secuelas de los veteranos de
guerra, los vencidos y los vencedores aun escuchan en las noches los pasos del
enemigo, los tambores de guerra, las marchas de los batallones, la sirena
sonando la inminente amenaza, tan solo un momento de sórdido silencio es
suficiente para detonar la imaginación a un sinfín de reacciones en cadena del
individuo. De modo que el ser humano se pregunta aun hoy… ¿Cuál es el fin de sí
mismo?
El Dr. Víctor Frankl en su libro el hombre en busca de sentido, narra los
hechos clave en el campo de concentración que, en medio de su sufrimiento más
profundo, recordaba las frases del ocaso
de los ídolos de F. Nietzsche “quien
tiene un porque para vivir casi siempre encontrara el cómo”. Ese PORQUE, es
quien sostiene toda la vida, el axis de la existencia, su plena realización, su
felicidad, es decir su propia verdad. Y esta finalidad no solo impera en la
búsqueda de verdad sino en la inminente pregunta existencial de cada hombre.
Durante la vida cotidiana de un
hombre, encontramos todo tipo de experiencias, las cuales son su base de
identidad, el cómo y por qué es como tal, sin embargo, en el camino de la vida
no siempre ocurre como quisiésemos en orden a el fin deseado. Los aconteceres
que nos desvían de aquel fin y bien, son vistos como mal que puede ser de lo
presente o en perspectiva como lo menciona St. Tomas en el tratado de las
pasiones. Por lo cual aquel mal es percibido como dolor o tristeza, en tanto un
alejamiento y privación del bien.
La tristeza en cuanto tal produce en
el hombre distintos efectos, de acuerdo a su grado de alejamiento y
cronológicamente puede ser de un mal presente incidiendo en el pasado y el
futuro, por consiguiente, la causa de donde procede este padecimiento está dado
por aprehensiones externas, una lesión o enfermedad producirá un dolor de un
mal presente en cambio la tristeza lo es en cuanto aprehensión interna del bien
perdido, de modo que es una especie de dolor.
En general es un estado anímico del
cual las personas padecemos en algún momento de la existencia ya sea por
factores externos e internos como la pérdida de un ser querido, de nuestra
libertad, de peleas con la familia, diferencias con la esposa, perder la
materia, etc.
Para St. Tomas la tristeza es un
movimiento del apetito y se denomina ente de razón, el comprende la pérdida del
bien, bajo la razón de mal pues es la afirmación y la negación de una misma
cosa como la luz y la no-luz. De la misma manera explica que el anheló del bien
es causa de dolor como se da en la concupiscencia, puesto que desea un bien que
le es deleitable y mueve al apetito hacia aquel bien, mas todo lo que impide al
movimiento terminar es contrario por lo cual es contristaste. Entonces es a
veces causa del dolor. (art 2 q 35)
Así entendemos que el dolor exterior
es causado por razones físicas y el interior por imaginación del mal (art 7)
ambos son movimientos de la potencia apetitiva, aunque provienen de diferentes
motivos. Al considerar los cambios que ocasiona esta pasión en el ser, podría
pensarse que tiene razón de afectar considerablemente el estado psico-físico de
una persona. Pero un dolor físico será siempre de la temporalidad en cambio el
interno lo sobrepasa pues subyace en la razón que es más elevada de lo físico
por lo tanto la tristeza es más universal.
Pareciera que la tristeza en cuanto a
pasión hiciese una guerra al alma y por deducción las demás pasiones en cuanto
generan también movimiento en el apetito causan también un dolor como en el
caso de la concupiscencia, de esta manera no es posible captar que la causa que
afecte lo humano se encuentre en lo contingente de la materia.
Por tal motivo pretender reducir la
persona a conceptos parciales, que parten desde la vía estimativa racional,
jamás mirará hacia la grandiosidad de la persona en cuanto unidad, como tampoco
descubrirá el fin último de esta. De entre todos los acontecimientos que padece
el hombre, uno en especial le genera gran inquietud, como es planteado en la
pregunta del principio, la tristeza como pasión se confronta con el fin último.
En St, Tomas la tristeza es entendida
como un obstáculo hacia lo deleitable y señala 4 especies de tristeza acidia, abatimiento, misericordia y envidia.
Consideremos al abatimiento o ansiedad como una posible vía que conduce a
la perdida de la voluntad pues es una tristeza agravante del ánimo que no
encuentra escape alguno. Llamada también Angustia
como dice Kierkegaard: “Es la
realidad de la libertad como posibilidad antes de la posibilidad”.
Ahora bien, sucede que un buen día, la
continuidad de una vida es agravada por situaciones generalmente externas, así
son canalizadas del apetito sensitivo al intelectivo, provocando a su vez una
reacción en cadena que desenlaza en la falta de alegría, supóngase un
individuo. Pedro quien vive según los estándares sociales, procura hacer bien
su trabajo y es religioso.
Entonces un día por azahar sufre un
accidente grave, no pierde la vida, aunque implica una serie de problemas para
sí mismo. Inmediatamente es trasladado a un hospital contrarrestando los
padecimientos físicos, durante su estancia, recapitula los hechos uno a uno, y
en medio de la noche los dolores físicos le sorprenden con intensidad. Desea
respuestas desesperadamente para mitigar el dolor al menos en cuanto a la causa
y mediante un previo conocimiento comenzar a controlar la tristeza. En medio
del tormento, la penumbra de la noche, la aparente soledad, el dolor disminuye,
pero continua despierto, su espíritu se encuentra a flote después de apartar
los afanes de la vida.
Aquí el individuo experimenta un
desasosiego terrible, experimenta dolor y tristeza observa su historia e intuye
la repetición del fracaso. Este estado donde la voluntad es quebrantada hasta
el límite es causado por distintas situaciones, pero según la fortaleza del
individuo requiere de mayor o menor dolor. A pesar de todo, “él” está en un momento
predilecto, (neutro) llega al clímax en sentido de contrario, se halla en la
nada, en la angustia. Las alteraciones corporales y psíquicas a las que ha
llevado el incidente has sido causadas por el dolor exterior, en cuanto mal
propio del presente como lo dice bien el tratado de las pasiones en la q 36.
Por ello el dolor causado en el
interior, la tristeza. Suspende al mínimo la memoria de toda delectación. La
tristeza se halla en sus máximas, es entonces cuando el hombre puede perder el
deseo de bien último y el juicio nublado por las alteraciones corporales de la
tristeza, revierte el objeto del bien ultimo de plenitud hacia su contrario.
Pedro se encuentra en el punto de
quiebre, la consciencia toma distancia sobre su existencia, el tiempo se
relativiza pues el dolor y la tristeza transforman el sentido de lo deleitable
hacia la consumación del dolor presente, prolongado en el futuro y vivido en el
pasado. En el vértigo de su existencia, abandona la voluntad hacia el fin
último y desea la muerte como finalización del dolor. Dicha situación supone
una paradoja existencial por que como dice St. Tomas Q 35 art 6 “amamos más la
vida que el placer de la comida”. La naturaleza desea lo que le es conveniente
pero ese momento cambia el sentido moral de aferrarse a la vida.
De frente al estado de eximia
tristeza, el apetito padece el impedimento de toda delectación por lo que la
voluntad y la inteligibilidad no aprehende su deseo de bien correctamente. La
decisión a la muerte implica libertad y racionalidad, así mismo Heidegger
entiende que cuando el hombre se encuentra de frente a la muerte pone en
relieve su pasado y su presente.
Con el ejemplo de Pedro se pone de
relieve que la tristeza o dolor puede generar la perdida de la voluntad de
vida, no solo en este tipo de situación sino en otras distintas pero que de un
modo u otro y de acuerdo a su intensidad, el enfoque de su causa hará padecer
la pérdida del bien presente en cuanto a dolor y tristeza en la temporalidad.
Puesto que la voluntad frente a la resistencia de un poder más fuerte, en este
caso el accidente, causa la perdida de la voluntad y el fin último, generan
dolor y tristeza.
Sin embargo, aunque un dolor sea tan
fuerte, y el efecto de su pasión corrompa la tendencia de la naturaleza al
bien, St. Tomas afirma que en la delectación encontramos el remedio para dichos
padecimientos. En Amoris laetizia el
papa Francisco dice: “La alegría se renueva en el dolor. Como decía San Agustín:
cuanto mayor fue el peligro en la batalla, tanto mayor es el gozo en el
triunfo.” Aquel instinto de supervivencia es quien mantiene viva la esperanza
de salir del estadio contristante. Por consiguiente, el objeto del dolor y la
delectación es el mismo, pero en sentido de opuesto, si por la pérdida del bien
se adquiere la tristeza la ganancia del bien es también el distanciamiento del
dolor. Como lo dice Aristoteles “el dolor es remediado por el placer que lo
contraría”.
Entonces se perciben 3 movimientos en
la delectación para mitigar el dolor.
Primero la contemplación de la verdad,
encontramos en la religión que mediante el sufrimiento son purificadas las
almas y a cambio del sufrimiento, la esperanza de la vida futura, la
resurrección. Segundo, el llanto como expresión de la pasión de tristeza, a
nivel físico que expulsa el dolor interno. Tercero, la compasión de los amigos,
hablar con ellos, confiar en el otro ayudan a estabilizar la pasión, puesto que
según el principio lógico el llevar una carga pesada entre varios disminuye su
peso y como dice Heidegger mediante el lenguaje se desvela el ser, medio de
encuentro con el otro.
Finalmente, la tristeza como
aprehensión interna de dolor que permanece en el tiempo, es mayor que el mal
presente pues el dolor como pasión desequilibra el apetito sensitivo, que se
comprueba a razón de quien sufre voluntariamente dolores exteriores para evitar
los interiores como lo monjes o clérigos, sometiendo al cuerpo mediante ayunos,
penitencias entre otros. Afrontar la tristeza es propio del hombre, en cuanto a
la voluntad y acción es menester de la moral, pero en la práctica del hombre
virtuoso es confrontarla para no perder la esperanza y caer en la desesperación
y angustia, para definitivamente llegar al fin último como lo dice el
Pontífice.
TOMADO DE:
1. Garrigou-Lagrange
Reginald. “La síntesis Tomista” Trad. Eugenio S. Melo. Buenos Aires: Desclèe,
De Brouwer, 1947.
2. Marcos.
F. Manzanedo. “Las pasiones según Santo Tomas” Salamanca: Ed. San Esteban 2004.
3. Sacchi,
Mario E. “Psychologica No 2”, La
terapéutica del dolor y la tristeza según Santo Tomas, Buenos Aires.
4. Kierkegaard.
Soren “El concepto de la angustia” Buenos Aires: Ed. Austral, 1940.
5. St.
Tomas de Aquino “Suma teológica Parte
II-I”, Tratado de las pasiones, cuestión, 35,36,37.
6. Heidegger.
M. “Interpretaciones Fenomenológicas sobre Aristóteles”
7. Frank
Victor. “El Hombre en Busca de Sentido”
8. Labastie
Adriana. “Sobre la tristeza y el dolor en Santo Tomas de Aquino”
Htpp//:restaurando la lengua.wordpress.com/2013,sobrelatristezayeldolor.
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